Algunas cosas de muchas otras

Thursday, December 15, 2005

Celos

Ayer la conocí a ella, Él me hablaba constantemente de ella; se refería con mucho amor y emoción, por ende, yo ya la odiaba. La ví por primera vez; lo saludó a él muy emocionado; a mí no me dio una mirada. Ya la odiaba un poco más, si era posible. Sí, si lo era.
Quedé impresionada ante su belleza, con su mirada triste, sus facciones finas, su pelo largo mono casi blanco, sus ojos azules. Parecía un angel, tan fina y tan blanca; tan frágil. Él estaba radiante, apenas la vió se le iluminaron los ojos, la abrazo con fuerza; el le besó la cabeza; ella lo besó en la mejilla. Yo me quería morir de tristeza. Se veían tan contentos juntos, se notaba que se querian mucho, y yo estaba ahí parada, mas bien fea, o no tanto lo fea como lo burda, con cara de culo por que me partía de rabia. Con la sensación de que no encajaba, de que yo no lo quería tanto a él, de que él no me quería tanto a mí, de que ella era mejor que yo. Por qué está conmigo; cómo pudo dejar esos ojos azules y esas dedos largos, esa voz tranquila y dulce...
Después de una corta conversación entre ellos ella me saludó, a lo que respondí con un movimiento de cabeza, un poco nervioso y brusco; me sentía como una ninna. Salimos caminando hacia la estación del tren, en cada paso en cada palabra, yo la evaluaba, le daba una nota, me comparaba con ella, y a cada momento mi tristeza crecía- ella era mejor.
Pero más incómoda que su belleza, era su confianza con él. Cuando hablaban se tocaban, se empujaban, se sonreían, por momentos se tomaban las manos, hacían bromas que yo no entendía, hablaban de tiempos lejanos en lo que yo no existía en la vida de él. Ella defendía su terrritorio, y lo lograba; yo me mantenía en silencio, cogida de su brazo al principio, y con las manos en los bolsillos al final.
El tren estaba pronto a llegar. Yo me alejé un poco para darles espacio de despedirse. Se abrazaron largamente, se dijeron cosas bonitas seguramente, que yo no escuché. Luego me despedí de ella, ella me besó en la mejilla y trató de abrazarme, pero yo fui un poco cortante; no quería ser grosera, es sólo que me puse nerviosa. Nos dio una sonria cálida y se subió al tren.
La miramos subir y sentarse, nos tomamos de las manos y nos fuimos a desayunar.